miércoles, 8 de diciembre de 2010

Huasi khanchis

Estos días en Lima también los disfruté mucho. Nos reunimos allí para hacer un curso, “Realidad peruana”, bastante interesante, sobre la política, la sociedad, distintos conflictos como el de la minería, etc. Además salió el sol.
Algunos aprovechamos y nos quedamos el fin de semana en Lima. Comimos rico, conocimos nuevos sitos, entre ellos la Huaca Pucllana o más popularmente conocida como Huaca Juliana. Es una enorme pirámide de adobe, con bastantes enterramientos de mujeres decapitadas…, que está en mitad del barrio de Miraflores, donde los típicos perros peruano (que no tienen pelo) andan a sus anchas. Actualmente está en restauración o casi, diría yo, reconstrucción.  A pesar de su magnitud actual, no es más que un tercio de lo que fue. Entre los huaqueadores, los intereses urbanísticos y que la huaca sirvió de pista de bicicross y de cementerio chino, la verdad es que, la pobre huaca no está tan mal. Su resistencia se debe a que los adobes están dispuestos en forma vertical y formando trapecios, lo que no sólo ha permitido resistir los diversos terremotos que habrá habido desde el siglo II d. C, sino también el paso de la mano más destructiva, la nuestra.
Y el domingo por la noche llegó David y nos quedamos toda la noche de cháchara en el aeropuerto esperando que saliese nuestro avión a Ayacucho, a las 5.30. Y aquí que llegamos muertitos, directos al trabajo y con una maleta de menos. Aún seguimos compartiendo ropa, hasta que al pobre David le llegue el equipaje (las esperanzas van disminuyendo)
Esta semana ha pasado rápido. Mucho curro, pero muy bien acompañado.  David ha encontrado una biblioteca donde poder estudiar las opos, mientras yo estoy en la chamba (curro), aunque parece que a partir de mañana lo podrá hacer en el Centro Cultural, en lo que será nuestra futura biblioteca. Esa primera biblioteca, en la que ha estado estudiando, está situada dentro de un mercado, con puertas abiertas al mismo, con música puesta por el bibliotecario y con los perros  que aprovechan y se acurrucan a los pies de David. Pero a pesar de esto, la idea de tener una biblio dentro de un mercado para que los hijos de los que trabajan allí puedan hacer las tareas del cole es genial. Es una pena que no haya recursos para mejorarla. (Finalmente David ya ha comenzado a estudiar en la futura biblio del Centro Cultural, la cual no se abrirá de momento porque no hay plata para pagar a un bibliotecario..., sin duda, David se concentra mucho mejor aquí)
Parece que está comenzando la época de lluvias, lo cual trae problemas a la ciudad. A parte de las inundaciones, de las que ya he hablado, el internet falla (llevo tres días intentando colgar este post, parece que hoy podré) y la luz se va. La semana pasada se fue la luz casi 24 horas. La vuelta a casa, de noche, yo sólo, fue una experiencia curiosa. La única luz de la ciudad era la de los taxis y la de la linterna de mi móvil. Los taxis estaban todos llenos y el que quedaba libre te cobraba más del doble de lo que normalmente cobran, aprovechando que no había otra forma de volver a casa. Estoy seguro que me hubiese roto una pierna si hubiese tenido que ir a casa andando, porque hay muchos agujeros…

Esta foto es de ayer mismo en la terraza del Centro Cultural, donde tenemos dos frescos del s. XVI o XVII que no están protegidos. Cuando llueve fuerte la terraza se inunda (como toda la ciudad) y hay que achicar el agua y poner plásticos para que el daño no sea terrible. A la terraza se accede desde la biblioteca donde David ya ha comenzado a estudiar, así que le tocó coger la escoba y echar una mano.
Si la cosa va bien, el año que viene, en esta terraza haremos un café literario, con acceso desde la biblio y con vistas a la Plaza de Armas. ¡Va a ser precioso!

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