martes, 18 de enero de 2011

Huasi Chunka Tawayoq

Tras unos preciosos días, dejamos atrás el gran lago Titicaca y nos dirigimos al ombligo del mundo , en quechua, Cusco.
Allí nos pudimos instalar en la preciosa casa de María, una de las chicas que vino conmigo al Perú, pero esta vez no coincidimos con ella.
Hay tanto que ver que se necesitan bastantes más días de los que teníamos, aún así nos hicimos una idea de lo hay y de lo que hubo en la ciudad.

Y una de esas cosas que hubo, fue el templo del Sol, el Qoricancha. Este era el templo más importante de la capital del Imperio Inca, sobre el que se construyó el convento de Santo Domingo. Del templo del Sol no se supo nada hasta el terremoto de 1950, en el que el convento se derrumbó y quedaron al descubierto algunas partes de este. Se dice que Cusco tiene una energía especial, pues si en algún sitio se siente es aquí.

A las afueras de la ciudad también hay mucho que ver. Baños ceremoniales, fortalezas, templos, etc., etc., etc.

Cada vez voy alucinando más con los sillares incas.
Pero desde luego, algo que no hay que perderse es el archiconocido Machu Picchu. Mucho más lejos de Cusco de lo que me imaginaba, por cierto.
Para empezar, el enclave es espectacular, está adentrándose en la ceja de selva, selva entre inmensas montañotas verdes y ríos de fuerza brutal. Para llegar a la antigua ciudad de Machu Picchu, antes hay que hacer una parada técnica en el horrible pueblo de Aguas caliente. Un pueblo, evidentemente hecho para los gringos y donde los precios son a la europea.
El día anterior a la visita se tiene que pasar aquí. Hay unos baños termales, pero los cientos de personas que van a visitar Machu Picchu están todos dentro de una piscina de 10m2. Nosotros nos fuimos a tomar cervezas.
Al día siguiente bien tempranito, sobre las 4 a.m., comienzas las colas para poder subir al Huayna Picchu, donde sólo 400 personas pudieron subir (nosotros no) a la montaña que está frente a Machu Picchu, finalmente nos alegramos de no haberlo conseguido.
A las 7 de la mañana ya estábamos dentro de la ciudad de la montaña vieja, que es lo que significa Machu Picchu, envuelta por una niebla que le dio más encanto aún. Esta niebla desaparecía y aparecía constantemente y a una velocidad increíble.

A esas horas, que aún no hay mucha gente, pudimos ver este precioso halcón observando el paisaje. Parecía un dios mirando todo aquello.

Esto me recordó a los decorados del Gabinete del Dr. Caligari! Es flipante como se adaptan las piedras y como la tallan.



La guía no engaña...


Y de despedida arcoiris, ¿qué más se puede pedir?. Lo disfrutamos como enanos, ¡es una cosa alucinante!.


Y volvimos a Cusco para celebrar el cambio de año. La fiesta es bastante loca. Todo el mundo se reúne en la Plaza de Armas. David y yo con nuestras doce uvas, ilusos pensando que escucharíamos las campanadas (que conste que una señora nos dijo que la campana mayor sonaba) tan contentos. Cuando comenzaron los petardos nos las comimos, suponemos que sobre las doce. Y es en este momento también cuando todo el mundo comienza a dar vueltas a la plaza, se deben dar tres, lo cual lleva alrededor de una hora, nosotros dimos una, jaja. ¡Y a beber!


El video es un fragmentillo de esa vuelta. La verdad que lo de los fuegos artificiales tirados por borrachos era un poco peligroso...
Al día siguiente rumbo a Lima. Y una vez allí, nos fuimos con Rafa, un amigo, a Punta hermosa, una playa al sur de Lima a ver el primer atardecer del año sobre el oceano.

Al día siguiente David se fue, muy a mi pesar, de vuelta a España. Y yo a Ayacucho a esperar, como a quien se le va el marido a la guerra, a que nos podamos reunir prontito.


sábado, 15 de enero de 2011

Huasi Chunka Kimsayoq

El viaje continuaba hacia Puno, pero antes teníamos que volver a Arequipa. En el camino nos cayó una súper nevada que dejó todo el paisaje blanco y las ventanas de bus empañadas. Estamos en verano, je.

Al día siguiente pasamos por el altiplano puneño. Un paisaje alucinante con más flamencos, llamas, alpacas y vicuñas. ¡De esta manera los viajes en bus se hacen hasta placenteros!

En el trayecto se pasa por Juliaca, la muy bien denominada ciudad más fea del Perú. ¡Madre mía, qué ciudad más poco agraciada! Mi cámara no quiso hacer fotos aquí…
Bueno, y por fin llegamos a Puno, una ciudad a orillas del lago Titicaca.
Tal cual dejamos las cosas en el hostal nos fuimos directos a ver las Islas Uros. Estas son unas islas flotantes artificiales hechas de totora, una especie de junco que sirve para la base de la isla, para construir las casas, las embarcaciones y como alimento. Las islas son  prehispánicas, pero no son las mismas de entonces ya que se van pudriendo poco a poco por las lluvias.


En total son 60 islas, con un presidente cada una y cuya isla capital tiene la escuela, a la que lógicamente los niños van en barca. 
Es bastante curioso verlo, aunque bastante artificial en el sentido turístico. Supongo que si te quedas allí a dormir y puedes visitar otras islas, a parte de las dos a las que te lleva el tour, será más que interesante, pero esto en época de lluvias no es muy factible. Al estar absolutamente todo hecho de totora, está todo mojado constantemente y el suelo blando que parece que te vas a ir al fondo del lago…


Vuelta a Puno y cenita de Noche Buena. Curiosamente estaba todo abierto, como si allí la Navidad no fuera con ellos. Cenita y a la cama. A las doce en punto, cuando dormíamos como dos angelitos comenzó la locura de los fuegos artificiales y ahí nos dimos cuenta de que la Navidad sí que iba con ellos, pero a partir de la media noche. La gente cena tras tirar los fuegos, y estos se tiran por toooodos lados, la ciudad entera se volvió un espacio de luces y colores durante media hora por lo menos.
A la mañana siguiente nos fuimos a la otra punta del Lago Titicaca, a la parte boliviana, para visitar la isla más grande y bonita del lago, la Isla del Sol. Es en esta isla donde nacieron, según la mitología inca, Manco Capac y Mama Ocllo, los primeros incas, hermanos y esposos e hijos del Dios Inti (Sol) los cuales fundarían la capital del imperio, Qosqo o como se llama ahora, Cuzco.

Y no me extraña que nacieran aquí, porque es uno de los lugares más espectaculares que he visto nunca.

La vida contemplativa...
El día anterior cayo una granizada tremenda.

lunes, 10 de enero de 2011

Huasi Chunka Iskay niyoq

Las vacaciones comenzaron y de nuevo nos metimos en el maravilloso mundo de los viajes en autobús. Hay que decir que aquí hay buses buenísimos, no así sus conductores…
Ayacucho- Lima y en avión a Arequipa.
Arequipa es la segunda ciudad más grande del Perú, con algo menos de 1 millón de habitantes. La primera, Lima, cuenta con 10 millones.
 El casco histórico de Arequipa está declarado “Patrimonio Histórico de la Humanidad” y es que es realmente bonito. Está construido con piedra volcánica blanca, por lo que se la conoce como “La ciudad blanca”. También está rodeada de varios volcanes, el más famoso el Misti, muy parecido al Fuji japonés, no se dejó ver en los días que estuvimos por allí. Siempre tapado por nubes...


Entre sus construcciones se encuentra el Convento de Santa Catalina, un convento amurallado de dimensiones increíbles. Es una auténtica ciudadela de colores que fue creciendo desde 1579 hasta mediados del s. XX. Sólo las monjas de clausura sabían lo que allí había, hasta que en 1970 se abrió al público y se dio a conocer este alucinante espacio.



El convento se construyó para las hijas, no primogénitas, de las familias adineradas españolas. Se regía bajo sus propias normas, de tal forma que estas mujeres vivían en sus propias casas y con sus propias esclavas.
El complejo cuenta con calles, varias iglesias, claustros, casas, etc., etc. y todo recuerda a Córdoba, Granada... 
Se pueden ver las variaciones que ha sufrido por los distintos terremotos y por los distintos Concilios. Una de las cosas más curiosas es como tras el Concilio Vaticano I, las monjas perdieron todos sus privilegios y tuvieron que dejar de vivir solas y de tener servidumbre. Comenzaron a cocinarse ellas mismas y en un único espacio. Lo que sucedió es que transformaron una de las iglesias en una graaaan cocina y las casas donde vivían quedaron en el abandono, ya que también comenzaron a convivir todas juntas en una gran sala.








Esto son golondrinas que han tomado posesión de las partes traseras de los cuadros que hay en los claustros.


Hay que verlo, para entender lo curioso del convento.
Y desde Arequipa nos fuimos a visitar el Valle del Colca, una rutita de un par de días que se resume en paisajes imposibles y animales muy variopintos. Nunca imaginé que, a 4000 msnm. pudiésemos ver en una misma estampa a un grupo de llamas comiendo al lado de un grupo de flamencos, pero sí en este país los flamencos parece que están por cualquier lado.

Por el camino paramos en el punto más alto del recorrido, a muchos metros, no me acuerdo. Allí frente a uno de los nevados más altos se encuentran miles de amontonamientos de piedras realizados desde época preincaica. Consiste en amontonar piedras guardando bajo estas un poco de coca, que se le ofrece al Apu (Dios Montaña) para que te conceda el deseo. Ahí dejamos nuestro montoncito, con nuestra coca y nuestros mejores deseos. 


 
Tampoco imaginé que fuésemos a ver cóndores con semejante niebla. Se supone que detrás de mi está el segundo cañón más profundo del mundo, el primero está a pocos kilómetros, y que, entre las rocas están los cóndores, pero es época de lluvia y aquí no se ve nada. Ya volveré...

Pero salimos del cañón y en el valle, bajo el sol, los cóndores se animaron a salir. Si el valle es así de profundo, no me puedo ni imaginar cómo será el cañón...


y condorito se decidió a salir...


Fue espectacular verlos sobrevolar el valle y nuestras cabezas. Es un animal inmenso y majestuoso, que parece posar para el público que mira boquiabierto.